Lo único que quería decirte es que ha sido el mejor día de mi vida, irrepetible.
Único fue nuestro encuentro, nuestro primer beso y esa mirada de la que nunca me olvidaré, esa espalda de indiferencia sumado a ese halo que llevabas de «quédate conmigo porque me gustas y será así para siempre».
Único fue aquel viaje en el avión y la conexión entre nuestras palabras aunque jamás volviera a verte amigo. Aquella cerveza compartida junto a una pareja de desconocidos en el chiringuito de la playa, una birra típica pero especial, espacial si hubieras sido tú, y es que aún con el mismo amargor de otras ocasiones esa vez fue irrepetible, sabía a hierba huerto.
Único fue aquel abrazo con el que me arropabas, con el que te protegía de fantasmas, con las miradas pérdidas en el jardín del Edén. Porque no hubo uno igual, incluso habiendo dado miles, habiendo recibido tantos, simplemente porque tú fuiste el destinatario en un momento creado con marca registrada. Éramos la pieza que faltaba de nuestro puzle completo, nos acoplábamos en un engranaje perfecto, tu pecho junto al mío y tu cabeza apoyada en mi hombro. Yo quise fundirme y penetrar en ti en ese instante que será eterno.
Única fue la mano que me sentenció culpable, el dedo amenazador con verborrea para olvidar y aquellas palmas que me arrojaron sobre la pitera. Y lo fue también tu gesto de desprecio cuando de repente me señalabas la puerta de la calle en tu casa…y ha sido único aunque haya vivido situaciones similares para conmigo e incluso habiéndolas creado yo.
Única fue nuestra cita con Baco y Dionisios, ajenos a lo mundano, centrados en la lujuria de nuestros cuerpos, bailando, las risas por bandera y la noche efímera y nuestro sentimiento vitalicio. Cada día parecía una fiesta y así quise con exclusividad que lo sintiéramos. Derramé vino y rompí muchas copas, una torpeza intrínseca que siempre llevaré a mi lado, pero nunca hubo un sonido cristalino que retumbara igual en un suelo distinto, ni sonrisas parecidas, ni carcajadas o semblantes risueños que me invitaran a otro trago de su copa.
Único fue el comentario de ellos cuando nos definían como una bonita pareja, compenetrados. Cuando nos parábamos en el reflejo de un cristal, colocándonos tú a mi derecha y yo a tu izquierda, peinándonos, esbozando nuestro mejor semblante de estudio fotográfico, y embobados afirmábamos que así era, formábamos un buen equipo, a la altura de Noah y Allie.
Y es que si en algún momento pensaste que mis gestos, expresión de mi sentir, han sido rancios y repetidos te equivocas desorbitadamente.
Lo único que es una constante y seguirá siéndolo fue que allí conocieras mi esencia. Porque no he inventado, ni los pétalos de las azucenas, ni los mensajes de amor, de ánimo o de felicidad pero sí los encriptados para nosotros en espejos, papeles, tatuajes en tinta en desuso o sencillamente grabados allí entre donde tú y yo sólo sabemos que nos encontraríamos. No forjé ni las sorpresas, ni las locuras, pero sí aquéllas disfrazadas de tuna, o de superhéroe.
Y es que si en algún momento creíste que no quise antes o no querré después utilizando mi ser y mi alma imperecedera sigues estando equivocada. Lo único que haré será vestir el amor de exclusividad hecha patente.
No fui el inventor del dormir abrazados pero sí de cuidarte en sueños y con sueños. No cree paisajes, ni melodías ni cantantes, la música y la belleza de la naturaleza sólo la hice sonora y visual para ambos y nunca la he disfrutado igual. Sin haber escrito el camasutra me quedo una y otra vez con nuestro sexo, así de sencillo, coincidimos en ello ambos, por nuestra única y peculiar pasión descontrolada.
Únicas también fueron las flores que vestían la entrada de casa, las que te llegaron a tu trabajo o las que te di paseando por París. Violetas para dedicarte confianza, rosas del deseo, orquídeas, claveles, lirios y girasoles que te seguían con esmero con el recelo del sol dado la espalda. Las margaritas, liciantus y gerberas con bonitos significados según su color.
Única fue mi forma de cogerte la mano en el paseo, entrelazando los dedos, mi diestra y la tuya zurda. Única fue mi risa y fue tuya exclusiva, mis palabras, mis miedos y errores y mis lágrimas de dolor, mis gesticulaciones y mis prisas, mi mirada de enamorado no se la regalé de esta manera a nadie y no lo volveré a hacer porque será totalmente diferente, ni mejor ni peor, sólo diferente. Lo típico de lo tópico no deja de ser mágico, impenetrable y único.
Única fue la cena o el desayuno improvisados en contraste de sabores, en un día cualquiera, con una presentación exquisita y original. Si me dieran a elegir un solo deseo pediría dos más. El primero que me regalaran otro y el siguiente, que estos momentos se repitieran tanto que dieran paso con los años a arrugas en mi piel.
Única fue mi forma de mimarte, de acariciarte, de arroparte y de mirarte mientras dormías con tus manitas agarrando tu cara. Mi carantoña de buenos días, mis despedidas tras el desayuno y el recibimiento cuando llegabas. La forma de tratarte princesa, y de ser tu compañero y fiel amigo, confidente y amante tiene derechos de autor.
Incluso cuando nadie me veía, incluso esos momentos fueron únicos, cuidados y honestos.
Únicos mis te quieros continuos, nocturnos o en un luminoso día, a solas o en compañía, a gritos sacándote colores de vergüenza o tras la tenue luz de las velas en intimidad. Mis susurros de cuánto me gustaba tu cuerpo, de cuántas veces te haría el amor, allí y aquí, porque sólo tú me arrancabas un frenesí y un arrebato inigualable.
Los morriñosos creen que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor, hay otros que buscan una mejora en la consecución de algo en un futuro inmediato y los hay también que la intensidad de su presente no deja espacio para la nostalgia o para el exceso de expectativas lejanas. No sé quién estará en lo cierto.
Tú me decías que sin las experiencias anteriores, las mías, las tuyas, las nuestras, no nos habríamos conocido. Que todo lo vivido hasta entonces forjaba nuestro ser único dispuesto a compartirlo con singularidad. Un entrenamiento inconsciente e intensivo que nos preparó para abrir unas nuevas almas, exclusivas, entre tú y yo.
Escribías en el cielo, con el baile de tu dedo y tinta brillante, proyectos en común que aún releo en los días despejados de nubes. Una vida contigo, a tu lado, juntos de la mano, era mi utopía hecha realidad, y debía ser pecaminosa. El desnudo integral que te di te lo volvería a ceder y lo volveré a hacer sin dudarlo aunque de otra manera aún siendo para ti un calco.
Para mí hoy es el mejor día de mi vida, hoy pueden pasar un millón de cosas maravillosas y mi sonrisa traviesa, mi marca personal, puede contagiar a los incrédulos del amor.
Lo nuestro fue único, lo es y lo será.
Sólo eso te quería decir y es que fue el mejor día de mi vida, irrepetible.
Único.
!Qué bonito! Muchas gracias por ese pedacito de Único que nos has dedicado, Tú si que eres Único y muchas cosas más ……
Besos
Marian y Pepe
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Muchas gracias Marian, Pepe por hacer que ese momento fuera #único. La esencia de ustedes fue la que produjo que un momento típico de playa y cervezas se transformara en exclusivo. Este es el alma del texto, las personas, ella y en este caso ustedes son las que siempre han creado la magia de la intimidad en momentos aparentemente tópicos. Gracias de todo corazón amigos
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Me Gusta. Espero que disfrutes de muchos momentos «Unicos» a lo largo de tu vida, profe.
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Maestro! qué ilusión siempre me hace que estés por aquí. En esta entrada en especial, también de alguna manera hablo de nuestro único encuentro, el que nos acercó como amigos. Un abrazo muy grande y besos a la familia.
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Ni mejor, ni peor… sólo quiero ser Única
Donde las palabras provoquen tiernos y tímidos silencios …
Vivir ese momento.. cuando me miras y tiembla mi mundo.
Ni mejor.. ni peor…sólo Única
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ÚNICO esa es la palabra Ana. Gracias por darle tu sentido a mi escrito. Un abrazo y gracias por estar aquí de nuevo. besos
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