Mientras le miraba a los ojos pensaba que aún quedaba esperanza. Me reconocí en una parte de él, en su dolor y en su anhelo. Es tan injusto.
Los años de desprecios incondicionales, de batallas sin tregua, de no rendirse aun cuando la guerra ya había terminado. Es injusto haberle conocido. Sé que no fue al azar, precisamente ese día.
Me habla de la importancia de los momentos, de lo que nace entre dos personas cuando comparten un instante. Me dice que no soporta que las personas digan sentir sin hacerlo. Es injusto.
Le escucho hablar de mujeres que podían haber sido y, al final, no fueron; de la magia que se desvaneció cuando él aún dibujaba castillos de estrellas… Injusto.
Hay pesar en sus palabras, lleva con él el peso de una mochila llena de reproches y culpa. Él solo quería ser parte de algo real. Ese vínculo que nunca se rompe porque es como el hilo que ata a dos almas, a veces se estira y otras se encoge, pero jamás se rompe. Qué injusto.
Ojalá lo hubiese conocido antes. Cuando todavía no había construido un mundo para alguien, cuando aún corría contra el viento sin su mochila a cuestas… Cuando ninguno de los dos hubiésemos dedicado las horas en reinventarnos y ser todo aquello que querían otros, que no supieron vernos. Qué injusto.
Tanta culpa por haber perdido a la persona que alza mi hilo hacia el cielo. Tanto aguantar por miedo a que desapareciesen, también, aquellas personas que solo me alimentaban con migas. Tanta frustración por toda una vida sin involucrarme, a la espera de alguien que mereciese la alegría de sabernos complementarios. Y llega él. Alguien que comprende el valor de las pequeñas cosas, con quien las horas no hubiesen sido en vano, con quien crear un rincón único que hable de nosotros, dónde dar rienda suelta a nuestra imaginación. Es injusto.
Y nunca conocí a nadie que inspirase tanto en tan poco tiempo y en tan gran espacio. Ironías de la vida. Justo ahora que me convenzo de que poner límites no me hace peor persona, que no me hace menos valiente alejarme del fuego o que ya no quiero jugar a esquivar los dardos.
En el momento en el que decidí quererme mejor, llega alguien con la capacidad de amar que tenía él. Qué injusta he sido… Me negaba lo que quería porque creía no ser suficientemente buena como para merecerlo.
No sé si volveré a verlo, si seremos grandes amigos, conocidos o buenos amantes. Pero, sin duda, él tocó en mi vida en el momento oportuno para enseñarme que, quizás, mi mayor obstáculo siempre he sido yo.
ps: Gracias T.C. por este maravilloso relato. Este texto, con justicia, tiene que perdurar. Aquí ya tiene un hueco. Gracias y felicidades.
Precioso relato. Precioso relato. Precioso rela…
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…to. Precioso relato. Precioso relato.
Gracias a nuestra amiga T.C. es una artista Joerey.
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