Déjenme recordarles, una vez más, un lugar idílico, el más bonito del mundo. Un mundo muy particular que sólo veíamos nosotros al cerrar los ojos.
Déjame recordarme que sigo teniendo el mío y que a veces viajo solo al nuestro, como un hombre afortunado por tenerlo aún en mi memoria, para poder verte allí. Lo creamos juntos y nadie me lo va a arrebatar, nadie.
Déjame recordarte que tú también sigues siendo dueña del tuyo propio y que sé que navegas en él, sola o en brazos de otros. Y más sé que regresas al nuestro. Y más sé que te gusta volver a casa, allí donde algún día volveremos a vernos.
Es un lugar atemporal. Viste el lienzo de despertar matutino, en esa foto para el recuerdo bien podría aparecer un intenso rojizo de atardecer pero creo que la oscuridad aderezada con una luna llena azul y puntitos estrellados luminosos se acerca más al ambiente que siempre imaginamos.
Es un lugar donde se imponen varios estandartes: una bandera arcoíris, unas cadenas rotas en medio del camino, una estatua de niños abrazados, animales sin sufrimiento, seres vivos en armonía, sin guerras y pocas penas. Se idolatran los valores por encima de lo demás, el respeto y la confianza, la libertad, la honestidad, la lealtad, la solidaridad, la equidad y la valentía, la responsabilidad, la sinceridad y la perseverancia. Pero allá arriba en lo alto de la colina resplandeciente aparece el amor. Es el amor el motor de este lugar. La única forma posible de poder sobrevivir aquí es desde el amor.
Es un lugar incorpóreo, intangible. Una combinación de sol y luna, de mar y tierra, frío y calor, o un lugar en equilibrio exquisito. De lo único que estoy seguro es que en él revolotean candelillas de colores y bien se aprecian en la noche estrellada.
Les aseguro que este mundo existe y si no pregúntenselo a ella ahora que aún lo puede revivir. Es nuestro, singular e imaginario en presencia de sueños pero sé que esta ficción no supera a la realidad y a nuestro alrededor hay creados pequeñitos círculos de buenos valores, luceros y alevillas.
Me aseguro que mi mente no deje de volar hacia ese precioso lugar que tanto echo de menos, incluso a sabiendas que no coincidamos.
Y te aseguro que lo cuidaré y estés donde estés visítalo cuando quieras porque también es tuyo, porque hoy con rotundidad afirmo que nuestro espacio es el lugar más bonito del mundo.
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