No te encuentro, rota y con tus piezas esparcidas,

oasis inmenso que conviertes el desierto en espesura.

No te encuentro, en llamas y con tus brasas aún prendidas,

caramelo celestial que inventas el sabor de la dulzura

No te encuentro, borracha de la esencia de otros dividida,

ángel de pecado que regala a las tinieblas aires de blancura.

Dónde estás que sólo veo el dibujo de tu silueta.

Cómo poder buscarte en el cielo inmenso si bailas como cometa

Cuándo poder zarpar si tu mar aún sigue inquieta.

Qué ha pasado vida mía, todos tus cachos perdidos en esas camas desconocidas, que no se merecieron tu presencia y no son dignas de tu permanencia.

Qué ha ocurrido mi niña que eclipsabas noches de Perseidas con la luz que desprendías y hoy no brilla con intensidad sino con el parpadeo de las velas apunto de apagar.

Qué ha hecho que la mujer del caminar despacio, segura, del café matutino, reflexiva, la mujer de las noches sin fin, dislocada, y la cama desarbolada, apasionada, haya enterrado la melodía de los susurros de amor que musitaba cada día rutinaria.

Que me lo digan ya que no habrá más hostias que repartir en aquél que haya hecho tanto mal.

Que me lo digan para entenderte e incondicional sumado a tu abrazo diario, quedarme con tu daño.

Que me lo digan para darte mi corazón por si el tuyo no vislumbra la solución.

No te encuentro, rota y con tus piezas esparcidas,

oasis inmenso que conviertes el desierto en espesura.

No te encuentro, en llamas y con tus brasas aún prendidas,

caramelo celestial que inventas el sabor de la dulzura.

No te encuentro, borracha de la esencia de otros dividida,

ángel de pecado que regala a las tinieblas aires de blancura

Dónde estás que sólo veo el dibujo de tu silueta.

Cómo poder buscarte en el cielo inmenso si bailas como cometa.

Cuándo poder zarpar si tu mar aún sigue inquieta.