Un color más cercano al sepia, los bordes desgastados y las cuatro puntas dobladas. Se encontraba a la vista de quién sabe dónde está. Se escondía tras «Lo que encontré bajo el sofá» asomando por encima tímidamente a la espera de la coyuntura perfecta para ser abierta.
Todo cabía dentro de mi pequeño coche y mientras metía una caja más pensaba orgulloso en la poco que poseía y lo mucho que tenía y cuidaba dentro de mí. Me mudaba. Me despedía de una comodidad aparente y de una rutina alocada que hicieron que diera el paso sin pensarlo demasiado.
Tenía que repartir en varias cajas los libros que me quedaban por embalar para terminar. Nunca los he dejado atrás y por más que los haya leído, me gusta llevarlos conmigo y verlos expuestos en otra estantería. La brisa que sale después de tocarlos en ese lugar distinto empapa el nuevo ambiente y lo transforma en hogareño. La novela de Eloy Moreno fue la última que quedaba por meter, esa que custodiaba la carta que nunca me aventuré a abrir.
El blanco roto del papel de la carta labrado por los días que de espera se curtió me encandiló. La sostuve en mi mano con la delicadeza de quien descubre un óleo de siglos pasados. La observé detenidamente, la volteé cuidadoso, acariciando su caligrafía de trazos suaves y tumbados, y me empapé del olor que aún conservaba.
El remite inexistente, de aquella carta que recogí en mi buzón ya hace casi más de un año, no hizo falta para saber que se trataba de ella. Su escritura era inconfundible en el destinatario y patognomónico su sello, una flor de cuatro pétalos digna de cualquier artista. Me había llegado tras unos días después de su partida inevitable y nunca pude abrirla.
Decidido, valiente, gallardo, maduro y convencido para y con quien se precie como hoy con mi mudanza hacia un nuevo sitio pero aún algo débil si me hablas del amor, siempre atento a las circunstancias adecuadas o al tiempo idóneo.
La carta allí siempre estuvo. El dolor por su ausencia no podía ser revivido de nuevo, pensé. Construí una coraza en torno a ella alrededor de mi corazón pero errado estaba. No sé que te hace avanzar, no sé que te hace actuar, qué te lleva a aplicar la teoría que ya sabes que inculcas a los demás sin acordarte de ti. Pero siempre ocurren cosas buenas, siempre y hoy me ha tocado a mí.
Y es así, ahora es cuando es, es ahora cuando pasa y jamás aparecerá el momento perfecto así que…
…hoy en mi nuevo hogar, viéndola de nuevo aparecer con un color añejo, las esquinas arrugadas, protegida tras «El Principito» me decido a cogerla sin esperar el instante adecuado…
…¿la abrimos?
Otra lecturita mas para pasar el dia en la hamaca 😄
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Estás gozando amigo… Y yo que m alegro… Gracias por dejarme acompañarte en tus días de relax. Un abrazo
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Precioso Damián! Abrir la carta para abrir el alma 😊
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Muchas gracias Irene! 😊 siempre abrirla, la carta y el alma, un beso
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Te confieso que después de leer el primer párrafo me dio miedo continuar. Me has hecho revivir una situación en la que me encontré con el mismo dilema; la abrí…. y lloré desconsoladamente por su contenido, pero necesitaba desvelar el mismo. Hoy no me arrepiento de haberlo hecho, aunque fuese duro, y volvería a abrirla. Gracias querido amigo por recordarme que sigo viva. 😘
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Muchas gracias a ti Mariniet… Muchas gracias x darle realidad a este post. Supongo que fue duro para ti, pero personalmente creo que hay que hacerlo así…un abrazo muy especial
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siiii ,,,, abramosla y pasemos pagina,,,, yo no hubiese esperado tanto, pero es que soy novelera,,, que bien escribes,,, me encanta
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Gracias Mariajo…personalmente yo tampoco hubiera esperado tanto, coincido contigo. Un fuerte abrazo
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Me encanta mian🙃
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Muchas gracias Meri 🙂 jeje
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Quizas abrirla sea lo mas acertado incluso lo mas coherente pero…. solo kizas …eso lo decides tu …
Incluso me aventuraria a decirte que no; que camines como lo haces porque quizas solo kizas sea lo mejor
Vecino inspiras hasta a una que nunca ha escrito para nadie solo para mi padre 😉
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Gracias por participar siempre Meri, y por tus palabras. Gracias por hacerme sentir inspirador, Un fuerte abrazo.
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