Lis (parte 2). Proyecto Once upon a time. (Tati)

– Ufffffffffffff…puffffffffffffff…ufffffffffff…puffffffff– me gustaban las onomatopeyas de mi padre, las imitaba a la perfección.

– Pequeña, mírame, respira hondo. Hazlo conmigo, a mi ritmo. Así. Venga ,una vez más. Coge mucho aire, un poco más y suéltalo despacito mi flor de Lis– así me despertó, susurrándome al oído, tras casi ahogarme con seis añitos al lanzarme, atrevida niña, en aquella piscina honda del hotel de verano.

Estaba paralizada, sentada en el suelo, apoyada en la pared, mirando los paneles informativos de los vuelos, todos cancelados. Con el móvil en la mano y el mensaje amenazante abierto.

Un señor muy amable se agachó y ofreciéndome su chaqueta me preguntó si estaba bien y si tenía frío. Estaba temblando del pánico que me entró y miré sin poder dar respuesta a aquel caballero tan amable. Se fue. Se iban todos, venían otros y cada vez me sentía más ausente.

lis2-2Aturdida comencé a llorar pero inmediatamente recordé los sonidos balsámicos de papá. Respiré lento, profundo, “así, despacito, mi flor de Lis” y pude volver de nuevo a la realidad. El pitido del oído había desaparecido, ya escuchaba la algarabía de la gente, volvieron olores familiares y los colores a las cosas.

Mi café ya estaba frío. Había pasado un buen rato sin control, aterrada. La pasión con la que vivo las cosas me hace tener que recordar las respiraciones de mi padre, aunque a veces no pueda respirar profundo antes de ponerme nerviosa, antes de contestar ante lo injusto incluso en circunstancias desfavorables como en aquella reunión previa a la investidura de Doris como viceconsejera.

– ¿ Sabes qué le digo Sr. Boril? No me achico ante sus amenazas subliminales. No hay poder más grande que el que surge de la verdad sin miedos. Yo y mi equipo Íntegra, seguiremos apoyando la candidatura de la Sta Doris y punto. Y si no le sirven mis argumentos ya expuestos, finalizo con uno que entenderá a la perfección: por, mis, co, jo, nes.– así de fina finalicé mi última reunión en Lima, dirigiéndome a Thann Boril, de todos sabido, exmiembro senderista e introducido por Fujimori en las mesas redondas de decisión nacional.

¿Habrá sido él y su cúpula los que me mandaron el sms amenzante?, ¿ habrán sido ellos los que han hecho desaparecer a Doris? … especulando me pasé un buen rato y de repente un pensamiento: mi familia.

Estaban en España y no corrían peligro. Los llamé pero no me respondieron, ni al fijo ni al portátil de Fer. Ya eran las siete de la mañana y seguro que en España por la diferencia horaria estarían durmiendo. Les envié un mensaje sin generar alarma.

Sé lo que voy a hacer pero no sé cómo. Debo ir a Lima y averiguar qué está pasando. Desde allí ya intentaré contactar de nuevo con mi familia. Mi niña está con el mejor padre que pueda imaginar. Ahora la prioridad es Doris e Íntegra.

Las opciones de desplazamiento son las de siempre: aire, mar o tierra. Los tarahumaras recorren grandes kilómetros a pie para conseguir comida pero esos trotes son desorbitados para mí. Un partido de pádel me bastó, hace unos días, para reconocerme en muy baja forma. En coche o autobús tardaría casi dos días y medio y no disponía de tanto tiempo. En barco casi igual de tardío y la verdad que mareo un poco. La única opción era el avión pero sólo estaban activos los aviones militares.

Claro! Cómo no me acordé antes! Puedo intentarlo con alguien, no se me ocurre otra persona. Pero hay un problema y es que es un hombre, un pequeño ladronzuelo consentido, al que permití llevarse parte de mi corazoncito que sigue teniendo de alguna manera.

«Tenía la costumbre, que nunca he perdido, de visitar las bibliotecas y las librerías para empaparme del olor añejo de las hojas ocres de libros antiguos y del tacto suave de las nuevas obras de actualidad. Tocar literatura, sentirme en otro lugar. Recuerdo que en mi tiendita preferida entraba, a través de una ventana alta con un rosetón dibujado en su centro, rayos de sol que a modo de señal iluminaban los libros que alguien, desde allá arriba, me recomendaba leer.

Ojeando un clásico de Charles Dickens una voz con un hombre como propietario surgió a mi lado.

– ¿ Crees que Tom Sawyer siga manteniendo mis Grandes esperanzas o mejor opto por Carlitos para recuperar mi optimismo?- me pregunta con el libro de aventuras en sus manos. No pude contener mi sonrisa. Me dejó sin palabras, sólo pude reír ante su pregunta ingeniosa con el Carlitos aderezándola y su cara llena de muecas de actor malo. «

abrazo

Así conocí a Miguel, ahora general de brigada del ejército español de aviación, y en aquel entonces mi primer amor. A día de hoy seguimos en contacto a través de las felicitaciones navideñas. Su número de teléfono en mi móvil sigue estando como prohibido. Recuerdo tan bien su olor después del primer abrazo.

No llevaba perfume pero su esencia corporal de piel desprendía una fragancia de hojas mojadas de eucalipto,  vainilla y a ámbar. Iguel, así le llamaba, es de esos hombres que pueden hacer desestabilizar los cimientos de la Gran Muralla China sin quererlo y los míos con Fer son más parecidos a los de las islas de los Uros en el Titicaca.

Tati… tu prioridad es esclarecer lo ocurrido en Lima y tu única opción para ir sin retraso para allá sería intentar contactar con Iguel c0n el riesgo de remover sentimientos antiguos que hicieran, posiblemente, vivir viejos recuerdos. Hoy tienes estas opciones:

1.- ¿ Esperarías a que se activaran los vuelos de pasajeros sin contar con Miguel?

2.- ¿ Contactarías con Iguel e intentarías que te ayudara con un vuelo militar para ir a tu destino?

3.- Cambiarías de opciones al ver que todo se tuerce y te replantearías tu decisión. ¿ Volverías a España? o ¿ intentarías buscar solución diplomática desde Chile?

PERMÍTEME QUE SIGAMOS SOÑANDO a mí, me encantaría.

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