Pasaste como un torbellino, descolocando mi orden peculiar, y lo jodido es que, ¡coño!quedaba bien.
Desarbolaste mi pelo alborotado, arrugando mi ropa desaliñada, colocándome pendientes para el recuerdo y tatuándote en mi piel.
Pasaste con soplos de aires frescos. Ese aroma quedó anclado en mis sábanas, en mi ropa, y olía a verdad, olía a libertad.
Y… la verdad que…quedaba tan bien que me aventuré aún sabiéndote huracán.
Pero al final… sencillamente, pasaste…
Pasaste como buen remolino dejando el suelo sucio lleno de
confetis de colores,
siguiendo el camino que marca el viento, impredecible como tu desorden y que seguirá alocando almas y desnudando cuerpos para luego pasar de nuevo y no mirar atrás.
me recuerda a Antonio Machado. Qué grande!!
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