Jugó a sillas llenas.
Aquel día estaba rodeado de lujuria por su nuevo cargo: director técnico.
Pero… Al llegar las vacas flacas las sillas se desalojaron y el honoro vera cambió por pale ale barata de grifo y aquellas palmeras erguidas crecieron en otros lares y aquella simbiosis se convirtió en soledad.
Y… Ahora… Juega… Consigo… A sillas vacías.
C’est la vie,a veces se gana y a veces se aprende, sin subestimar la soledad ni una pale ale,mejor en botella y a morro ale!
A sillas vacías, corazón lleno!
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Siempre el corazón contento… Gracias por tu comentario Cris. Jeje… Siempre brillante, un abrazo.
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Gracias a ti por compartir tu talento!!
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