Música siempre.

Música para calmar las fieras o sacar la tuya
Música con lágrimas o risas, música y que fluya
Música siempre, banda sonora de día
Música siempre, ante las almas rendida.

Los dedos los colocó en Do mayor, apoyándolos en tres trastes redondeados de alpaca diferentes. La guitarra de ciprés como la del señor Lucía comenzó a sonar vergonzosa. A su dueño, apasionado aprendiz, pureta, brillante, rebelde y de buen ver le costó coger ritmo. Balbuceó sonriente entrecortado diciendo que acababa de aprenderse aquella pieza pero al conseguir ponerla a camino, la guitarra le dio claridad al hablar.

música siempre

Y la llamó.

El reclamo no fue el oír su nombre sino el escuchar la canción. Ella se abrió paso entre las tiras de colores de la cortina que separaba la cocina del patio andaluz, y con su cigarro, su diadema y su piel morena, su camisa suelta, su falda corta y sus piernas de pecado, descalza se sentó a la izquierda de la guitarra, en un cojín moruno.

Y comenzó a cantar.

Fue un unplugged improvisado del Lobo amigo del Club del río. Y si me dijeran que Ede era, lo hubiera creído. La miré con los ojos cerrados durante toda mi vida en aquellos tres minutos y medio de la canción. Se me erizó el alma y la piel se elevó por encima de los geraveles, se me olvidó respirar al escuchar ese equilibrio, esa voz de aguacate, de chocolate y menta, y aluciné con esos silencios, esos agudos, con ese canto de sirena.
Movía los brazos despacio, se arqueaba y regañaba su cara con su sonrisa y entonces cambiaba de color y de timbre de voz con esos falsetes en el estribillo. El sonido de la guitarra y su voz daban sentido a su ser.

Jamás la había escuchado cantar, jamás la había visto tan vigorosa y jamás mis sentidos nunca la sintieron tan libre y entendí entonces, que ese era su mayor secreto.

La guitarra paró y con ella mi latir. Supe desde ese momento que ella era música, y la música camina libre en el viento, por la vida, tras los años, firme y esplendorosa, y por eso jamás tras aquel concierto para tres, entre su padre y ella, nos volvimos a ver.

Música siempre y con ella, también.

 

Club del río & Ede – Lobo amigo

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