Un Martes…cedió su cuerpo previo al Miércoles de ceniza.
De noche secreta…le habló de ese sentido te quiero.
Deidad femenina,
firme como el acero.
Un vino…de marmajuelo y malvasía en la copa color pajiza.
De disfraz vestía…sus ojos llenos de deseo como luceros.
El pecado pedía,
que ardieras en el fuego.
Pero…
…bien merece la pena aguantar el dolor de cabeza tras los saturnales,
gozoso, lujurioso, jocoso, gracioso tras sentirla por última vez cerca,
cabrona que me llena de sombras de palmeras
y su ausencia ahora con su cuaresma tras los carnavales.