A las heridas, tiritas,
y al alma, una nueva vida.
Las bocanadas de aire más frescas son aquellas que envolvía en rayas blancas para aplacar su ausencia.
Tenerla cerca ya sólo era sólo sexo, un sorbo de agua en el oasis de su desierto seco.
Los dedos en la piel que habita.
Y Mima… y besa… pero despacito.
Cuesta volver a confiar en manos ajenas incluso siendo las suyas las que ahora le tocan.
Las risas y las lágrimas con su ausencia son ahora amargas como el gusto que dejan las noches canallas si lo folla.
No se dio cuenta y moría en vida.
Pensándola, anhelándola, espera que cultivaba caprichosa tocando su puerta.
Despacito lo curó… pero ese mismo tiento volvió a rasgar su ropa, ésa que volverá a remendar con paciencia y ojalá tras ella…ésta..ésta sea la última vez que suceda.