Ya no duele.
No hay dolor ni gozo.
La dureza del vidrio y lo gruñón del cristal en la copa juntos
en un corazón roto.
Ya no duele.
Niños barbas y adultos bozos.
Vivir congelado dilatando las juntas sin ni siquiera calor
por aquellos como tú de discursos sosos.
Ven, bienvenida, quédate, y no te preocupes por ti porque a mí
ya esto, no me duele.