Auxilio por defunción

Un subsidio rancio por lo irreparable de su causa, empalagoso por insuficiente y tardío e injusto por el simple hecho de existir.

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Los días pasaban por encima de todos con la congoja de lo inconcluso en la mayoría de sus labores. Profesionales responsables de miradas brillantes ahora con chepa y barbilla al suelo. Se ahumaron con vacío en el campo de batalla a las órdenes de perezosos en oficinas de aire acondicionado.

La maldad, la desidia y la prepotencia de otros creaba desunión y en aquel grupo comprometido los conflictos internos no tardaron en llegar.

Ojeras, quejas, grises, desaliño y suspiros.

Aspavientos, pesadez, arrugas, carreras y manchas

Años de más y energía en resta en cada uno que trajeron malas formas y que pagaban justos inocentes con la impasividad absoluta del que se cree, ignorante, absuelto de sus cargos de responsabilidad.

Pero la muerte llegó, y con ella su auxilio, y fue tan exorable que aturdía por haber sido anunciada incluso por gurús en pañales.

Una muerte injusta que sonrojó al sinvergüenza y que se maquilló con el auxilio por defunción y cuando no, con purpurina, peluca y colores que sigue enterrando la precaria situación que se vive dentro.

 

 

 

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Una respuesta a Auxilio por defunción

  1. Cris dijo:

    Que triste

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