«He dejado un mensaje grabado en la Luna para ti.

Lo verás algún día y  tu sonrisa hará perenne la luz que la llena.

Desde entonces, habrás escrito una nota, impresa en Ella para mí»

Poseo la solemne fortuna de conocerles desde pequeños y seguirles allá por donde estén. Me oculto tras mi Luna nueva, crezco, decrezco y vuelvo a llenar. Cada noche e incluso en algún día soleado coincido con la gran estrella. Estoy en un lado y en el otro de este bello mundo, nuestro.

Me ves o no me ves pero siempre estoy a tu vera. Y allí estaba ella.

Ella es de las personas que me busca incluso en los días más grises, en las noches más estrelladas y me encuentra.

Ella es de las personas que hace mi luminosidad intensidad y que hace que este humilde cuerpo celeste tome vida propia creyéndose lucero.

Ella es amiga. Me habla, llora y ríe conmigo. Me guiña un ojo pícaro cuando los planes salen bien y lo mismo con un gesto taciturno cuando no. Pero qué curioso, nunca la he visto dejar que su semblante se resquebraje sin una sonrisa como prólogo o como despedida.

Como cada noche yo acudía a mi cita habitual. Comenzaba mi jornada rutinaria. Hoy me encontraba repleta, más radiante y llena que nunca, más cerca de ustedes. Había dejado atrás una parte del mundo e iluminaba como espejo del Sol su parcela con un brillo intenso. Y aunque sea pretenciosa al decirlo, tenía hoy mi mejor luz de Luna.

Una fiesta amenizaba un pequeño remanso de paz con ella al frente entre todo lo que yo podía divisar. Entre todas una me llamó la atención. La oscuridad de tanto bello pelo color negro azabache dejaba hueco a una desarbolada melena azul. Es divertido lanzar rayos de luz de luna hacia el color para que exploten piñatas arcoíris a raíz de él.

La reunión se vio interrumpida inesperadamente con el alboroto de mis amigas traviesas las nubes que quisieron descargar gotas de agua con intensidad torrencial. Pude mirar por la mirilla que me regaló un algodón del cielo y aprecié que ella, la de azulada cabellera, se mantenía impávida ante la lluvia.

Blue girl estaba sentada con los pies cruzados, la espalda recta pero ligeramente arqueada, su cabeza miraba al cielo y casi que me pilla espiándola. Me escondí rápido tras una nube oscura y cuando cerró los ojos me asomé de nuevo. Sus brazos estirados, las manos abiertas con los dedos extendidos y las palmas captando toda la intensidad del agua. Las gotas parecían que iban en su busca, querían empaparla para humedecerla y permanecer en ella impregnadas. Estaba calada de radiante felicidad.

Y a escasos metros, resguardada, mi amiga, hechizada y cautivada.

Como sabes soy inspiración de enamorados, de poetas, músicos y dibujantes pero fui yo en ese preciso instante la que quedó prendada por la intensidad y sencillez de su mirada.

Fue el punto de partida de sus conversaciones eternas conmigo en días posteriores, consecutivos. Lanzaba al aire en mi busca incansables palabras mágicas de bienestar para Blue. Amaba sin condición con respeto y confianza. Y, ésta es la base, como bien dijo alguien sabia aconsejando, bajo mi manto, a unos locos recién enamorados.

Qué podía hacer yo…qué me perdonen aquellos a los que no he puesto orden pero con ellas debía actuar rápido así que:

Dejé su mensaje de  amor grabado para Blue, y lo vio un día y  su sonrisa hizo perenne la luz que me llena. Desde entonces y sin saberlo escribió una nota que permaneció impresa en mí para mi amiga. Quedaron enamoradas con un caminar paralelo, digno de admirar.

Hoy seguimos siendo fieles a nuestra cita particular de conversaciones hasta el alba pero el argumento de su discurso ha cambiado y me agradece desde lo más profundo de su corazón lo que yo pude hacer por ambas.

Algún día podré decirle al oído que sólo fui la mensajera de una carta que llegó a tiempo con un guiño de amor y que seguirá guardado en mí, en la Luna, en las  noches de Luna llena, de luz de Luna.

ps: dedicado al amor verdadero, las almas limpias y el corazón contento. Existe, yo lo he sentido con ella, con auténtica fortuna y con ustedes lo he revivido. Gracias.